Fragas Do Eume (Sólo Fotos)

Puente Medieval

"¿Crees en bosques encantados?, si existen, estoy seguro de que éste es uno de ellos"

Duendes, elfos, trolls y hadas disponen de más de 9.000 hectáreas de espesa vegetación para seguir pasando inadvertidos durante muchos años más. Se dice que David el gnomo, después de acabar la serie, se compró por aquí un roble adosado para jubilarse tranquilamente. Son sólo habladurías pero vete tú a saber.
Estos personjes mágicos comparten el entorno con una rica y variada fauna salvaje entre la que destacan nutrias, martas, lirones, gatos monteses, jabalíes, corzos, jinetas, tejones, armiños, truchas, búhos reales, azores, gavilanes y algún que otro halcón peregrino.
En total están catalogadas 15 especies de anfibios, 14 de reptiles, 8 de peces, 103 aves y 41 mamíferos.
Se dice que la naturaleza es esquiva, y tanto, porque de todo esto lo único que vimos fue una babosa gigante en medio del camino.
Lo que sí vas a ver es vegetación, una extensa flora que lo cubre todo. Fraga en castellano significa bosque (más o menos) y dado que aquí no sólo hay un bosque sino muchos de ahí que se le llame "Fragas". Está considerado como uno de los bosques atlánticos más importantes de Europa.
El roble es el rey indiscutible pero también encontramos Abedules, Alisos, Castaños, Olmos, Sauces, Fresnos, Chopos...
Otra planta habitual que podemos ver es el Helecho. Existen 28 especies diferentes de las cuales 6 están en peligro de extinción.
Algunos como el Woodwardia radicans, son supervivientes de helechos que poblaban la tierra hace millones de años. Sin duda estamos en un paraje que ha cambiado muy poco desde el Neolítico.

Como buen bosque encantado que se tercie cuenta con una leyenda.
La cuento tal como la he encontrado:
"Dios al crear los tres ríos que nacen en la sierra de O Xistral-Eume, Landro y Masma, le prometió un hombre cada año al primero que llegase al mar. Traicionado por los otros dos, que lo dejaron durmiendo, el Eume tuvo que cruzar valles y montes para ganar. Por eso salió bravo y agreste y, antes de la aparición de embalses en su cauce, también llevaba cada año la vida de un hombre"

Las Fragas del Eume fueron declaradas Parque Natural en 1997 y abarca los municipios de Cabanas, Monfero, Pontedeume, A Capela, As Pontes, San Sadurniño, As Somozas y Vilarmaior.
Tiene varias áreas de recreo y es un lugar ideal para pescadores, bañistas y amantes del senderismo. Para recorrer las entrañas del Parque existen varias rutas; Nosotros hicimos la que lleva al Monasterio de Caaveiro, considerado como el corazón de las fragas.
El camino es sencillo (vas por carretera asfaltada) y transcurre siguiendo el curso del río Eume. Vegetación, puentes colgantes y multitud de arroyos se irán cruzando en vuestro camino. Por ello, aunque hay un autobús que sube al monasterio, recomiendo hacer por lo menos la ida o la vuelta caminando.
El Monasterio de San Xoan de Caaveiro tiene una historia algo confusa; Aunque ya existía con anterioridad, se atribuye su fundación como monasterio benedictino a San Rosendo en el año 936. Luego pasó a ser colegiata perteneciente a los Canónigos Regulares de San Agustín. No se sabe bien la fecha de este cambio.

Por una escalinata y tras atravesar un arco sobre el que se levanta la torre barroca de las campanas (s.XVIII) accedemos al atrio, desde el que se obtiene una excelente panorámica de las Fragas.
Entre los restos de la sacristía, las viviendas de los monjes y la cocina destaca la iglesia de estilo románico (finales del s.XII), con una sola nave y un bello ábside que se levanta sobre una base para salvar el desnivel.
Pero lo mejor de este lugar es sin duda ese aire de misticismo que lo envuelve, aislado, sobre un promotorio que domina todo el parque y en medio del frondoso bosque. No es de extrañar que fuera el lugar perfecto para aquellos monjes que buscaban soledad, meditación y espiritualidad.
Fuera del recinto pero a pocos metros encontramos otro bello lugar con un toque sombrío y misterioso. Un precioso puente medieval que salva las aguas del río Brea, y a sus pies, las ruinas de un viejo molino de agua.

Pero el de Caaveiro no es el único monasterio que hay en las Fragas do Eume. En la localidad de Monfero se ubica el Monasterio de Santa María (s.X), destruido por los normandos pero reconstruido de nuevo por el rey gallego Alfonso VII en 1124. Unos años más tarde, en 1147, pasa a depender de la orden del Císter y a ellos deriva la mayor parte de la arquitectura del edificio.
Es muy llamativa la fachada ajedrezada de la iglesia barroca en la que se combina pizarra y granito. En su interior hay varios sepulcros de la familia de los Andrade que para quien no lo sepa fueron unos importantes nobles que marcaron la historia de la comarca y de Galicia.

Ya que hemos mencionado hace un rato a la familia de los Andrade vamos a visitar su Castillo, que se localiza a unos tres kilómetros de Pontedeume.
Fue construido sobre roca viva (en la peña de Leboreiro) entre 1369 y 1377 por Fernán Pérez de Andrade. Sus reducidas dimensiones nos dicen que fue utilizado de forma estratégica como baluarte o atalaya.
Desde la Torre del Homenaje, que se encuentra en muy buen estado, se contempla una espectacular vista que alcanza hasta las rias de Betanzos y de Ferrol.

Reportaje Julio de 2009

Éste es un consejo que os comento desde la propia experiencia.
No os acerquéis a los bordes del camino, son peligrosos.
Mi amigo me iba a hacer una foto, yo me acerqué al borde de la carretera donde el asfalto se convierte en tierra y hojarasca y con un pie hice fuerza para comprobar la resistencia del terreno. Parecía bueno pero no, ante el objetivo de la cámara y antes de decir patata desaparecí. Mi amigo vino corriendo preocupado pero al ver que no estaba mal herido se descojonó, con perdón de la expresión, pero claro, la imagen era dantesca, allí tirado sobre unas cómodas zarzas y con la misma movilidad que una tortuga panza arriba.
Menos mal que por allí pasaba un chico que ayudó a mi amigo a sacarme porque yo poco podía hacer, además, si me movía mucho pues más arañazos de zarza para el chache. Por suerte todo quedó en una anécdota y en unos cuantos raspones urticantes, pero podía haber sido muchísimo peor porque luego vimos otros lugares en los que la caída habría sido más peligrosa tanto por altura como por ramas secas y afiladas esperando un cuerpo blandito.
Así que lo repito, ¡cuidado con los bordes de la calzada!