Peñíscola

Playa Norte y Casco Viejo

"Ciudad en el mar"

Así se conoce a esta preciosa localidad cuyo casco antiguo se encuentra situado en una pequeña península que se adentra casi por completo en el Mediterráneo.

Por Peñíscola pasaron antiguas civilizaciones; Íberos, fenicios, griegos, cartagineses, romanos y bizantinos, estuvieron aquí y dejaron alguna huella en la ciudad o sus alrededores.
Los árabes la ocuparon hasta que fue reconquistada en 1233 por Jaime I, quien se la entregó a las órdenes militares del Temple y de Montesa para que se ocuparan de defenderla de los ataques desde el mar.
Uno de los personajes más importantes que vivió en la ciudad fue Pedro de Luna, más conocido como el Papa Benedicto XIII o el Papa Luna, quien residió en el castillo de Peñíscola desde 1411 hasta 1423 durante el Cisma de Occidente.

ZONA ANTIGUA

El casco viejo de Peñíscola está formado por un conjunto de casas blancas agrupadas alrededor de un peñón coronado por una Fortaleza Templaria. Está rodeado de robustas murallas mandadas construir por Felipe II y perderse por sus callejuelas es todo un placer.

El Castillo de Peñíscola (entrada 3.5€) está declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional desde 1931. Fue construido entre 1294 y 1307 por la poderosa Orden del Temple sobre una antigua alcazaba musulmana.
Está muy bien conservado y es uno de los monumentos más visitados de España. En él se celebran numerosos eventos; Exposiciones, ciclos de teatro, conciertos de música clásica y barroca...
No te pierdas las vistas que se tienen desde la parte más alta de la fortaleza.
A sus pies se extiende el Parque de Artillería, conocido así por ser el lugar donde se guardaba la pólvora y las municiones. Hoy día es un bonito jardín repleto de palmeras que sólo se puede visitar en los meses de verano. 

En el exterior del castillo pero pegado a él, se ubica el Santuario de la Mare de Déu d´Ermitana (1708-1714), un bello templo de estilo barroco valenciano que alberga la imagen de la patrona de la ciudad y que fue mandado construir por el Gobernador Don Sancho de Echevarría.
Muy cerca hay una Estatua del Papa Luna con cara de pocos amigos.

Dando un agradable paseo por el casco histórico iremos viendo el resto de lugares interesantes que se esconden entre sus calles. Algunos más ocultos que otros, pero merece la pena buscarlos pues seguro nos topamos con alguna otra cosa; Una callejuela con encanto, un bonito restaurante, la tienda donde comprar el típico regalo de recuerdo... Uno de esos sitios que merece la pena buscar es La Casa de las Conchas, una original vivienda que ha querido diferenciarse de las demás cubriendo toda su fachada con una gran variedad de conchas marinas. Hoy día es una tienda de artesanía pero su historia es entrañable (puedes verla en su página de facebook).

La Calle Mayor atraviesa el casco histórico. Si bajamos por ella llegaremos a la Iglesia Parroquial de Santa María, levantada sobre una antigua mezquita árabe. Está datada en 1234 aunque posee ampliaciones posteriores.
El templo está situado junto a un antiguo palacio que actualmente es sede del Ayuntamiento y muy cerca de El Portal Fosc (s.XVI), una de las 3 entradas a la ciudad.
Al lado se encuentra la Plaza de Santa María, una construcción renacentista en la que se hallan los restos arqueológicos más antiguos de muralla romana y árabe. El Portal de Santa María (s.XVIII) es otra de las entradas a la ciudad.
Contigua a la Plaza de Santa María veremos la pequeña Ermita de Santa Ana y junto a ésta, la Fons de Dins, un manantial de agua dulce que ha abastecido a Peñíscola desde tiempos remotos, de hecho, se dice que su importancia es tal, que la ciudad se construyó en torno a él. (Existen referenciados 12 manantiales alrededor del peñón)
Por el lateral de la muralla se llega al Portal de San Pedro, la tercera puerta de la ciudad. Se trata de un arco rebajado sobre el que hay un escudo de Benedicto XIII, que fue quien lo mandó construir (por eso también se le conoce como el Portal del Papa Luna).
Subiendo hacia el castillo nos encontraremos con el Bufador, un túnel natural que atraviesa la muralla y provoca, los días de mar agitada, un gran estruendo y una buena ducha a los más despistados.
Si seguimos subiendo llegaremos al Faro, levantado en 1892, y al Museo del Mar, que muestra la historia marinera de este pueblo y la fauna mediterránea a través de audiovisuales, maquetas, objetos, acuarios etc
Si has salido con hambre del museo, al lado tienes la Pizzería Brizza, que además de ofrecer productos artesanales, cuenta con una terraza estupenda.

Fuera de la ciudad amurallada pero dentro de los dominios del peñón se encuentra La Porteta, lugar donde se situaba el puerto originario. Aquí aún se consevan una argolla enclavada en la muralla para amarrar las embarcaciones, la propia "Porteta", que era la puerta del antiguo embarcadero, y la denomidada "puerta del Socorro", que interconectaba de forma directa y rápida el puerto con el castillo.

ZONA NUEVA

Es la parte que acoge la mayor parte del turismo veraniego de Peñíscola. La culpa de ello la tienen las dos playas urbanas con las que cuenta; La norte y la sur, muy cerquita una de otra.
La Playa Norte es un magnífico arenal de 5,5 Km que llega hasta la vecina ciudad de Benicarló. Tanto la arena como el agua están muy cuidados y dispone de multitud de servicios que incluyen duchas, limpieza, vigilancia, salvamento, infraestructuras para personas con movilidad reducida etc.
Por todo ello la Playa Norte posee la Bandera Azul, la "Q" de calidad turística y renueva cada año los certificados de Calidad ISO y AENOR.
Si a todo esto le añadimos que mientras tomamos el sol o nos damos un bañito tenemos unas vistas impresionantes del casco viejo y su castillo... yo le pondría también el sello PPM (playa de p... madre).
Por ponerle un pero, que al estar en zona urbanizada en verano está hasta arriba.

El Paseo Marítimo recorre la Playa Norte y como cualquier paseo junto al mar que se precie, es indispensable recorrerlo cuando el sol se ha ido o está a punto de caer.

La Playa Sur es más pequeñita y se caracteriza por la tranquilidad de sus aguas, ya que está situada junto al puerto pesquero y el dique que forma el muro no deja pasar el oleaje.
También tiene unas bonitas vistas sobre el castillo, cuenta con numerosos servicios y en ella se encuentra la Escuela de la Mar, en la que se imparten cursos de windsurf, vela ligera, kayak... tanto para niños como para mayores.
Separada de ésta por un espigón, se ubica la Playa de las Viudas (110 m), menos concurrida y por lo tanto más tranquila. Sirvió de escenario en la película Calabuch de Luis García Berlanga.

Si quieres evadirte un poco de la multitud, hay otras muchas playas y calas por la Sierra de Irta, un paraje altamente recomendable.

Peñíscola es un pueblo de tradición agrícola y marinera. Aparte del turismo, la pesca es otro de los motores que sustentan la localidad, siendo su puerto uno de los más importantes de la Comunidad Valenciana. Es interesante acercarse a él por la tarde y ver cómo los marineros descargan la captura del día.
Si además de ver los frutos del mar quieres comprarlos, puedes ir a la Pescadería Les Doyes (C/ Maestro Bayarri 13), hasta hace poco la única que había en el pueblo. Está junto al Palacio de Congresos y ofrece cada día los mejores pescados y mariscos de la zona.

También en la parte baja, rodeado de casas y hoteles, hay un pequeño rincón natural que espero no sigamos invadiendo y acabemos destruyendo. Se trata de La Marjal de Peñíscola, un humedal de gran valor que cuenta con 130 hectáreas protegidas. A pesar de ello, la cercanía al entorno urbano con la suciedad que ello conlleva (por favor no tiréis basura), y la introducción irresponsable de especies extranjeras como el cangrejo rojo, la tortuga de florida o la gambusia, hacen peligrar este rico paraje en el que viven, crían o descansan en sus migraciones otros muchos animales.
Hay una gran variedad de aves, reptiles como la Culebra Viperina y la Tortuga Europea, y en anfibios, la siempre asidua Rana Común. Pero quiero hacer hincapié en el mundo de los peces, ya que entre Lisas, Carpas, Anguilas o Agujas de Río, viven especies en peligro de extinción como el Samaruc o el Fartet, y la única población a nivel valenciano de Espinoso.

Reportaje de Julio de 2012

Si has ido al casco viejo por la mañana y tienes la oportunidad de volver por la noche, no lo dudes y hazlo.
Plan: Paseo nocturno, cena y unas copitas.
Y eso es lo que hicimos, primero cenamos en el restaurante La Cantoná, luego unas copichuelas tranquilas en un bar junto a la muralla (no recuerdo el nombre) y para finalizar fuimos a bailotear un rato al Céller Bar.
Por la zona antigua hay algunos sitios muy guapos donde tomarse algo tranquilamente. Las terrazas del Aguaclara (San Vicente 30), El Salabre (Bajada del Bufador 11), o La Torretta (C/ Olvido 5) son una opción más que recomendable.

Para comer tampoco tendrás problemas, en Peñíscola hay mucho donde elegir. Nuestro amigo nos llevó al Restaurante Simó, situado en las faldas del castillo y a orillas de la Playa Norte. No es de los más baratos pero claro, las vistas y la calidad de la comida merecen pagar un poco más.
Mientras esperábamos a que nos dieran la mesa, bajamos a la planta inferior a tomar el vermú en el Café-Lounge entredosaguas, que abre desde las 10 de la mañana hasta la madrugada.

Por la zona nueva también hay mucho ambiente. Nosotros fuimos al Mandarina (Avda del Papa Luna 1, terraza superior), un restaurante que por la noche se convierte en discoteca con una gran terraza y buenas vistas.
En la planta de abajo se encuentra Rojo Picota (de los mismos dueños), especialistas en vinos y Gin Tonics.